Hoy me apetece hablar de la bicicleta y del carril bici. Sí, ese medio de transporte de más de un siglo que ahora se ha puesto de moda. Y me gusta que así sea, he de decir. Ojalá hubiese más gente usando este medio de transporte en nuestros pueblos y ciudades y dejasen por un momento el coche aparcado en casa. Pero aún no vivimos en los mundos de yuppi pues queda mucho por hacer, pero tiempo al tiempo.
Yo hasta hace no mucho, solía utilizar mucho el coche para desplazarme. Incluso para trayectos cortos y semicortos. Un día me cansé. Me cansé de buscar sitio para aparcar el coche, me cansé de tener que esperar en los atascos, me cansé de pagar una pasta por la gasolina. En definitiva, me cansé.
Es por eso que empecé a cambiar el chip. Los trayectos que muchas veces hacía en coche, empecé a hacerlos andando o en autobús. Hasta que llego el día en que decidí darme de alta en el servicio de bicicletas municipales de mi ayuntamiento, en A Coruña.
Ahora para mí, la cosa ha cambiado bastante. Utilizo este servicio llamado Bicicoruña, muy habitualmente, más bien por el centro de la ciudad. Y es genial la verdad. Me desplazo de un sitio a otro muy rápido. Y no tengo que preocuparme donde aparcar la bici por que éstas se dejan en los anclajes de las estaciones. La verdad estoy muy contento. Pago unos 35 euros al año por el servicio y creo que muy bien invertidos.
Pero hay un lado oscuro para todo esto. Mi ciudad está a años luz de ser un sitio ideal para una bicicleta. Ni siquiera hay unos mínimos. Es verdad que hay muchas estaciones de bicicletas municipales, pero el problema es que no hay carril bici, ni tampoco hay concienciación ni predisposición por parte de los usuarios de las vías públicas, esto es, coches y peatones, de respetar a las bicicletas. Admitámoslo, hay gente que les tiene mucho odio. Incluso hay los que van paseándose a pie por el único carril bici que tenemos en el centro de la ciudad, para buscar follón
La gente no sabe que una bicicleta tiene legalmente todo el derecho de circular por la calzada de una vía urbana, y también tiene el derecho de poder circular por aceras de más de tres metros de ancho siempre que ésta no este densamente transitada por peatones, todo esto según el Reglamento General de Circulación, que es la norma suprema en este ámbito.
Lo ideal la verdad, en mi opinión, es que las bicicletas tendrían que tener su propio carril, y que no tuvieran que compartir ni con peatones, ni con vehículos a motor la vía. Una por comodidad, y otra por seguridad. Y no por que sea peligroso en sí, sino porque hay conductores y peatones que no respetan a los ciclistas, aunque también hay que decirlo también hay ciclistas que tampoco cumplen con las normas. Difícil armonizar todo esto, y de momento los ayuntamientos no están dispuestos a invertir en este tipo de infraestructuras. No sé, sus razones tendrán.
Mientras, pues habrá que luchar día a día para que la bici se haga respetar, como en los países nórdicos, pues es el medio de transporte ideal y sostenible para un entorno urbano.
Fer